El año 2019 ha comenzado entre la incertidumbre sobre cuál será el comportamiento de nuestros principales mercados emisores, si habrá Brexit y cuáles serán sus condiciones y efectos, si las economías centroeuropeas continuarán ralentizándose, o si la sucesión de campañas y convocatorias electorales tendrá efectos más allá de la paralización política, condicionando las decisiones de viaje y de gasto de los españoles.
Lo que parece ya incuestionable es el incipiente cambio de ciclo en el turismo en España, como asegura el reciente informe del Observatorio Económico del BBVA. Un escenario que el documento tilda de “agotamiento gradual” del modelo turístico mayoritario, todavía muy basado en el Sol y Playa “puro” y muy estacional de nuestro país, a pesar de que los fundamentales que sustentan el negocio turístico a nivel global continúan sólidos, como lo indica el 6% de crecimiento que registraron las llegadas internacionales de turistas en 2018.
Nuestro sector ha vivido una extraordinaria bonanza durante los últimos cinco años, gracias a una serie de factores, entre los que destacaban las tensiones geopolíticas en algunos de nuestros destinos competidores en el Sol y Playa, como Turquía, Túnez o Egipto. Pero su recuperación era, además de deseable, previsible, y ya en 2018, estos destinos han captado más de 12 millones de turistas en 2018.
“Necesitamos una estrategia de país para mantener el liderazgo turístico de España”
Como representante de una de las compañías líderes en la industria turística española, no puedo estar más de acuerdo con las conclusiones de los expertos, que recomiendan a España adoptar medidas para mejorar la competitividad, creando un marco regulatorio que favorezca la competencia, el crecimiento y la sostenibilidad, y por supuesto, impulsar la formación y la inversión en nuevas tecnologías digitales, que nos permitan llegar al cliente final con facilidad, y en cualquier mercado.
Una parte de las empresas y de los destinos de nuestro país hemos “anticipado” esta situación y hemos aprovechado los años de bonanza para invertir e impulsar nuestra capacidad digital y competitividad. Mi mensaje, recogido en las grandes prioridades del que ha sido el Plan Estratégico de Meliá durante los últimos años, ha sido el de: transformarnos en “digitales”, consolidar nuestra fortaleza financiera, crecer, diversificarnos, innovar, ser más sostenibles, y cuidar y desarrollar a nuestra gente y a su talento.
“España sigue teniendo un inmenso capital turístico, pero para competir necesita evolucionar su modelo productivo”
Sólo con este liderazgo, y mediante la colaboración público-privada, podremos crear un marco que favorezca la competitividad y la transformación digital, impulsar la modernización de nuestra oferta y los procesos de reposicionamiento de los destinos maduros que necesitan de una urgente reconversión, y seguir creando desde el turismo, en fin, prosperidad, empleo, y marca España.