Uno de los objetivos principales en cualquier estrategia de marketing es mejorar y optimizar nuestra plataforma de manera continua para conseguir una mejor conversión. Para ello es imprescindible saber cómo interactúan los usuarios en nuestra web: qué es lo que más les atrae, qué es lo que más busca, en dónde ‘pinchan más’ o qué interacciones tienen más éxito. Los mapas de calor son las herramientas que se utilizan para conocer cuáles son los puntos de mayor atención de los clientes a través de pautas de comportamiento preestablecidas.
Estos mapas de calor se encargan de recopilar las acciones que realizan los usuarios en un portal web para, posteriormente, mostrar esa información en un modo 100% visual que facilite la comprensión de estos datos recopilados.
Estas herramientas están diseñadas para optimizar diferentes procesos como reducir los pasos de una compra o incrementar la tasa de conversión en ventas. Además, se puede saber la efectividad de los botones que se encargan de la captación de leads o ventas.
Con estos mapas se puede averiguar si los usuarios están interesados en los productos que está ofreciendo la web o conocer en qué momento abandonan la web para intentar reengancharlos.
Diferentes tipos de mapas
Existen tres tipos de mapas de calor: de movimiento –miden lo que ha hecho el usuario con el ratón–, de clicks –indican dónde han pinchan los usuarios– y de desplazamiento –muestran en qué tramo de la web se ha quedado más tiempo leyendo el usuario–.
Los mapas son fundamentales para entender y conocer lo que el usuario hace y piensa cuando está visitando la página web.
Por último, interpretando las conclusiones extraídas de los mapas de calor se puede mejorar el porcentaje de rebote de la web (SEO), la cantidad de las ventas (CRO) y la experiencia del usuario ya que se puede eliminar todo lo que despista al cliente del objetivo principal de la web, que es la venta.