A lo largo del Malecón se reparten 20 estatuas y diversos símbolos con motivos Huicholes plasmados en el suelo.
Existe una pequeña ciudad en Jalisco con 101 años de historia cuyas calles rebosan color. Situada en Bahía de Banderas, las aguas del río Cuale bajan de las montañas para desembocar en el Océano Pacífico atravesando la urbe. Una ciudad llamada Puerto Vallarta.
Al borde de la playa, el Hotel Rosita –primer hotel de la ciudad– y el anfiteatro de Los Arcos marcan el principio y el final de uno de los principales atractivos del destino: el Malecón. Un paseo marítimo que se ha convertido en una visita obligatoria para los turistas. A lo largo de más de un kilómetro de extensión se reparten 20 estatuas de las 50 que contiene la ciudad y diversos símbolos con motivos Huicholes plasmados en el suelo. Una de ellas es el icónico caballito de mar que se ha convertido en la figura más representativa de Puerto Vallarta.
En ocasiones, las personas que recorren el paseo son sorprendidas por el espectáculo de los Voladores de Papantla, que no deja indiferente a ningún visitante.
Destino LGTBIQ+
Colindante con el Malecón se encuentran la playa de Los Muertos y la popular Zona Romántica que han convertido a Puerto Vallarta en uno de los principales destinos gayfriendly del mundo. La Zona Romántica es otro de los principales puntos turísticos de la ciudad. Cuenta con numerosos locales orientados a esta comunidad como el ‘Blue Chairs’, según destacan los habitantes. Asimismo, los hoteles y otras empresas turísticas de actividades ofrecen paquetes especiales destinados al colectivo LGTBIQ+.
De la tuba al raicilla
Si bien la gastronomía mexicana se relaciona con los tacos y las micheladas, su abanico de opciones es mucho más amplio y cada zona del país tiene productos típicos. De Puerto Vallarta son característicos el ceviche de Vallarta y el pozole de camarón. Además, para conocer toda la oferta culinaria, varias empresas realizar tours gastronómicos para los visitantes más ‘foodies’.
En cuanto a las bebidas, no requiere mucho esfuerzo hallarlas puesto que, en el propio Malecón, es habitual encontrar personas ambulantes que comercializan tuba, una bebida refrescante hecha con agua, sabia de las palmeras, vinagre y nueces. No tan a mano, pero sí en bares y comercios, el turista puede encontrar raicilla, una bebida alcohólica a la cual los vallartenses consideran el primo hermano mayor del tequila.
Para degustar la gastronomía típica, Puerto Vallarta cuenta con diferentes restaurantes, desde El Campanario, un establecimiento familiar con más de 50 años; pasando por La Lulú, que es el único local certificado como raicillería –especializado en raicilla–; hasta La Casa de Elisabeth Taylor, que en su día perteneció a la actriz.
Avistamiento de ballenas
Las temperaturas invitan a visitar esta ciudad de Jalisco en cualquier momento del año, pero puestos a elegir, de noviembre a marzo acoge un milagro de la naturaleza: las ballenas jorobadas dan a luz en las aguas de la Bahía de Banderas.
Otros lugares de interés son las distintas galerías de arte que tiene la ciudad, en las que se expone la artesanía local, por ejemplo, son típicos los Alebrijes. Tampoco se pueden pasar por alto los atardeceres en el Faro de Matamoros ni la parroquia de Nuestra Señora de Guadalupe.
A miles de kilómetros de los destinos más conocidos de México como Riviera Maya y Cancún, se encuentran otros igual o más atractivos como Sayulita –en Riviera Nayarit– o, en este caso, Puerto Vallarta que, además de destacar por ser una ciudad gayfriendly, posee una oferta gastronómica, cultural y de ocio que invita a empaparse del espíritu vallartense.
