Si hay un enemigo que ataca sin compasión, ese es la enfermedad. En 2020 el mundo entero se ha visto obligado a enfrentar la amenaza de un virus que campa a sus anchas, sin conocer fronteras, y que se comporta como un estratega sumamente inteligente, viajando agazapado en el interior de portadores que desconocen serlo.
Nuestro enemigo invisible ha causado y –por desgracia– va a seguir causando sufrimiento hasta que exista una vacuna y se perfeccionen los tratamientos médicos. Esto lo sabemos todos.
“Son muchas las medidas que podrían aliviar el impacto de la pandemia económica”
Porque si el filo sanitario se ha cobrado ya la vida de más de 40.000 personas en España según los recuentos, el filo económico está arrastrándonos en una debacle de la que nos costará años salir y que pone en una situación crítica a millones de familias.
El impacto está siendo destructivo en el turismo: empresas que no cubren costes, con sus plantillas total o parcialmente en ERTE, y miles de negocios forzados a echar el cierre. La destrucción del tejido empresarial amenaza con dejar un millón y medio de trabajadores del sector turístico en paro a finales de año. En paralelo, las pérdidas económicas siguen acumulándose a razón de 5.000 millones semanales desde marzo. La llamada “nueva normalidad” no nos ha traído normalidad alguna.
“La llamada “nueva normalidad” no nos ha traído normalidad alguna”
Son muchas las medidas que podrían aliviar el impacto de la pandemia económica. La Mesa del Turismo ha presentado en septiembre un plan con 21 propuestas de tipo laboral, fiscal, económico, etc., para la supervivencia del sector. Algunas de estas medidas llevamos solicitándoselas al Gobierno desde abril, como por ejemplo la reducción del IVA al 7%, que relanzaría la competitividad turística siguiendo el ejemplo de otros países que ya han adoptado esta política durante la pandemia como Austria, Bélgica, Alemania, Reino Unido, Grecia...
Otras medidas por las que abogamos son la reducción del Impuesto de Sociedades, la bonificación o reducción de impuestos y tasas municipales atendiendo al periodo de cierre forzoso por la COVID-19, la reestructuración de los préstamos, la ampliación de las moratorias hipotecarias hasta cuatro años, la habilitación de unos créditos ICO específicos para las agencias de viajes, la recuperación del programa vacacional del Imserso, la eliminación de las restricciones a los desplazamientos dentro de la UE, la bonificación de las tasas aéreas, etc.
Con medidas como estas estaríamos creando un escenario más proactivo para una pronta recuperación que revertiría con creces en el conjunto de la economía.
Pero, de momento, no hay respuesta. Y el Gobierno y algunos de sus vicepresidentes y ministros siguen denostando la importancia que el sector tiene para España, empecinados en abandonarlo a su suerte. Lo prueba, otra vez, el hecho de que no lo haya incluido con arreglo a su peso económico en el Plan de Recuperación que distribuirá la ayuda económica prometida por Europa. Otro desplante más a un sector abocado a la soledad en sus horas más bajas.