La cultura y la gastronomía son dos de los atractivos principales para los viajeros a la hora de escoger un destino y, por ese motivo, las comunidades autónomas han reforzado su promoción y presentan estimulantes novedades en ambas direcciones, según han comentado los máximos responsables de las regiones españolas en la revista AGENTTRAVEL.
Así, la concejala delegada de Turismo del Ayuntamiento de Madrid, Almudena Maíllo, destaca que la “diversidad y la calidad son dos de los principales ingredientes de la gastronomía madrileña”.
Madrid es escenario de eventos como Madrid Fusión o Gastrofestival y en 2020 y 2021 la ciudad es Capital Iberoamericana de la gastronomía
En la misma línea, Madrid dispone de numerosos elementos culturales destacados. Maíllo pone en valor, por ejemplo, el Paseo del Arte, “un enclave singular al que se suman otras pinacotecas, casas museo, galerías de arte, grandes centros culturales y teatros cuya programación convierte a Madrid en un destino con una de las agendas culturales más completa los 365 días del año”.
Los Veranos de la Villa, el Año Nuevo Chino o el Carnaval completan la oferta cultural de una ciudad que además se distingue por “ser la única en el mundo que tiene a menos de dos horas nueve enclaves Patrimonio de la Humanidad”.
Andalucía, una región llena de contrastes y diversidad
Para el jefe del Departamento de Creación de Producto y Consultoría, de Turismo y Deporte de Andalucía, Antonio Jesús Reina, la región “es una tierra llena de contrastes y diversidad, que goza de una riqueza paisajística que la hace única”.
Parte de esa riqueza la conforman la gastronomía y la cultura. En lo que se refiere a la primera, Reina pone el foco en los distintivos de calidad que “avalan los productos enogastronómicos que se elaboran en Andalucía”: 28 Denominaciones de Origen Protegida, 14 Denominaciones Específica, 16 Vinos de la Tierra y dos Vinos de Calidad.
La Cocina de San Antón en la planta superior del mercado del mismo nombre. Imagen: Agustín Martínez.
Además, Andalucía dispone de una riqueza cultural que, en palabras de Reina, “transportará al visitante a la más temprana antigüedad, con importantes yacimientos arqueológicos, legado de las distintas culturas y civilizaciones que se asentaron en esta bella y rica tierra del sur de España”.
Así, la comunidad autónoma posee “hitos monumentales de la Humanidad” como la Alhambra de Granada, la Mezquita de Córdoba o la Giralda de Sevilla; ciudades destacadas del estilo de Úbeda y Baeza en Jaén o Arcos de la Frontera en Cádiz, Ronda en Málaga o Moguer en Huelva.
Cultura mediterránea
La gastronomía de la Comunidad Valenciana es reconocida internacionalmente. Tanto es así, que el organismo encargado del turismo en la región apuesta por dar mayor visibilidad y promoción al producto gastroturístico mediante la marca L’Exquisit Mediterrani. “Contamos con una gran oferta de establecimientos de hostelería para disfrutar de la gastronomía en una gran diversidad de ambientes y paisajes”, destaca el secretario autonómico de Turismo, Francesc Colomer.
A nivel cultural, Colomer hace hincapié en que la Comunidad Valenciana “posee un gran legado donde destaca el arte rupestre levantino” o los “yacimientos íberos de Olocau y Moixent”. La oferta en este sentido se completa con productos singulares como la Ruta de la Seda o la Red de Centros de Arte Contemporáneo.
La ciudad de Valencia cuenta con numerosos atractivos a nivel cultural. como la Ciudad de las Artes y las Ciencias y el Oceanográfico, dos paradas de interés que puede complementarse con un concierto de música clásica en el Palau de la Música o una visita al Museo de Bellas Artes, la segunda mayor pinacoteca de España tras el Prado.
Por si fuera poco, el Grial, la reliquia más buscada de la cristiandad, se encuentra en la catedral de Valencia y, a partir del 29 de octubre, se celebrará el segundo año jubilar del Santo Cáliz.
Volviendo a la gastronomía, Castellón dispone de su propia marca de calidad, ‘Castelló Ruta de Sabor’, que certifica a los mejores productos de proximidad producidos en la provincia.
La catedral de Valencia. Imagen: Visit València.
“La cultura es la seña de identidad de Cataluña, tierra de artistas y emprendedores y esencia de su espíritu innovador y abierto al mundo”, afirma el director de Marketing de Experiencias de la Agencia Catalana de Turismo, Damià Serrano.
La región catalana dispone de once bienes reconocidos como Patrimonio Mundial; 400 museos y centros de arte; y festivales de música en recintos monumentales y en espacios de especial interés artístico.
En relación a la gastronomía, Serrano resalta que la cocina catalana expresa “el carácter de un territorio rico en productos de calidad y proximidad, resultado de su diversidad paisajística”. “Las excelentes materias primas esconden el secreto de una cocina fiel a las tradiciones pero abierta a la innovación con más de 50 restaurantes con estrella Michelin”, expone Serrano.
Una oferta que se completa con actividades que van desde visitas a productores, compras en mercados, talleres de cocina o visitas a las más de 300 bodegas. Además, el visitante puede disfrutar de más de 180 acontecimientos relacionados con el vino y la comida y más de 300 actividades y muestras enogastronómicas que se celebran a lo largo de todo el año.
“Barcelona cuenta con una oferta cultural atractiva para el visitante que viaja por intereses concretos”, según Marian Muro
Por lo que se refiere a la gastronomía, la Ciudad Condal, presume de “un corpus culinario tradicional de más de mil recetas, una red de cuarenta mercados de producto fresco y una oferta extraordinaria de restaurantes de autor”, que se caracteriza por la marcada identidad de la cocina mediterránea.
Bajando por el arco del Mediterráneo, Murcia se presenta como “un escaparate gastronómico único” que, según su consejera de Turismo, Juventud y Deportes, Cristina Sánchez, “es un tapiz donde reside la mejor materia prima que manipulada por los mejores maestros regionales multiplica sabores según el término municipal donde se disfrute”.
La región dispone además de numerosos atractivos culturales, entre los que podríamos citar la ciudad de Cartagena, Caravaca de la Cruz o Lorca. Para que los visitantes disfruten sin preocupaciones, la Consejería de Turismo ha aprobado ayudas por valor de 19 millones, para paliar los efectos de la COVID-19.
Los sabores del Norte
En el otro extremo de la Península Ibérica, Galicia lleva a cabo anualmente más de 300 fiestas gastronómicas en las que se pueden degustar y adquirir los productos objeto de cada celebración. En los mercados conviven los puestos de venta con los de degustación y en las ciudades crece la oferta de establecimientos enogastronómicos, según manifiestan desde Turismo de Galicia.
Como producto más representativo en el ámbito cultural, está el Camino de Santiago y el Xacobeo que, junto con la Torre de Hércules y la Muralla de Lugo conforman el elenco de bienes patrimonio de Galicia. El organismo destaca también espacios como la Ribiera Sacra, “ese territorio a caballo entre las provincias de Lugo y Ourense bañado por los ríos Sil y Miño, que tanto caracteriza nuestro interior”.
Por su parte, Cantabria se precia de contar con “una conexión entre producto, cocina y territorio que han convertido a la región en un destino gastronómico de primer orden”, según explica la directora general de Turismo del Gobierno de la comunidad autónoma, Eva Bartolomé.
El Camino de Santiago es uno de los principales atractivos de Galicia.
Bartolomé también pone el foco en “el rico patrimonio arqueológico y de cuevas prehistóricas” de Cantabria, cuya máxima expresión son las Cuevas de Altamira. Hasta diez se han declarado Patrimonio de la Humanidad y son “guardianas de pinturas con más de 45.000 años de antigüedad”.
También en la cornisa cantábrica se encuentra Asturias, una región que cuenta con “cinco cuevas con pinturas rupestres que se han declarado Patrimonio de la Humanidad”, según explica la viceconsejera de Turismo de la comunidad autónoma, Graciela Blanco.
En el ámbito gastronómico, la región no se queda atrás. Productos como la carne o los lácteos; los quesos como el Cabrales; los pescados y mariscos o las fabes, destacan especialmente. Blanco señala que Asturias ha hecho un esfuerzo en convertir en un recurso turístico los centros de producción agroalimentaria como las queserías, los llagares o las bodegas.
Melilla, riqueza intercultural
Inmersa en África, la ciudad autónoma de Melilla se distingue, en palabras del director-gerente del Patronato de Turismo, Alejandro Jiménez, por “una mezcla extravagante de sabores y olores”, marcada por “el mestizaje cultural”, y en la que destacan “la cocina mediterránea, la trilogía de pescados, mariscos y moluscos, el pincho melillense acompañado de té de hierbabuena o el cus cus”.
Melilla es una de las ciudades españolas con mayor patrimonio modernista.
La diversidad y el cosmopolitismo de Melilla se aprecian también en su oferta cultural. “Nuestra ciudad apuesta por la interculturalidad, por fortalecer las relaciones con otros grupos étnicos y culturalmente diversos, enriqueciéndonos como individuos y como comunidad”, explica Jiménez, al tiempo que pone el foco en que Melilla es “la segunda ciudad española, después de Barcelona, con el mayor patrimonio de estilo modernista y Art Decó”.
Cabe reseñar que la mayorista Luxotour ofrece una programación anual a Melilla, un destino clave para su operativa por su cercanía con Marruecos, con escapadas en barco y estancias con vuelo, tanto para individuales como grupos y viajes de incentivos.
Extremadura: tierra del jabugo
Entre toda su riqueza cultural, la comunidad autónoma de Extremadura posee tres ciudades Patrimonio de la Humanidad: Cáceres, Guadalupe y Mérida. Esta última, fue una de las más importantes del Imperio Romano y conserva edificaciones de gran interés como el Teatro Romano, donde además se celebra el Festival de Teatro Clásico; el Anfiteatro o el Acueducto de los Milagros.
En el plano gastronómico, la región es conocida por sus embutidos ibéricos, pero también otros productos como el aceite de oliva o los quesos. Extremadura ha desarrollado las Rutas Gastronómicas Sostenibles que ponen en valor productos y liturgias alrededor de algunos de sus alimentos más singulares.