El tráfico nacional ha sido un apoyo para las aerolíneas tras el cierre temporal provocado por el coronavirus.
La asociación internacional de aerolíneas (IATA) ha querido comprar el impacto que tuvo los ataques del 11-S en la demanda de viajes nacionales en EE UU con la actual crisis de la COVID-19.
El 11-S, al igual que la pandemia provocó un cierre temporal del mercado de la aviación. El tráfico de pasajeros disminuyó un 30% después de los ataques ya que muchos viajeros tenían miedo de viajar en avión y las empresas congelaron sus viajes no esenciales.
Antes de los atentados, la demanda doméstica registraba un crecimiento medio anual cercano al 4%. Unos meses después del 11-S el tráfico aéreo en Estados Unidos comenzó a repuntar pero los vuelos nacionales no recuperaron la tendencia alcistas y como resultado de esta pérdida de viajeros las aerolíneas registraron unas pérdidas de 8.000 millones de dólares (6.777 millones de euros aproximadamente)
Hasta la llegada de la COVID-19, el 11-S ha sido el mayor golpe que ha sufrido la industria aérea. Sin embargo, el impacto de la pandemia ha sido tres veces superior al que hubo tras los atentados. El tráfico de pasajeros cayó un 95% y las aerolíneas se dejaron 35.100 millones de dólares (29.712 millones de euros aproximadamente) en 2020.
Sin embargo, al igual que en 2001, el tráfico se recuperó rápidamente. En julio de 2021, la demanda aérea alcanzó el 87% de su nivel prepandemia. En esta ocasión, el tráfico nacional ha sido un apoyo para las aerolíneas estadounidenses ya que ya han empezado a informa de un flujo de caja positivo en el segundo trimestre de 2021.
