El primer verano turístico postpandemia sin restricciones ya está aquí y la mayoría de escenarios de recuperación se están superando. En destinos de costa, la ocupación y las tarifas alcanzan máximos anuales, reflejando la demanda acumulada en años anteriores, llegando a superar los niveles del año 2019, que supuso un año récord para el sector en términos de ingresos y ocupación.
Según el informe The Hotel Pricing Outlook de Simon-Kucher & Partners, consultora global de estrategia y marketing, la tarifa mediana diaria se situará en 168 euros en agosto, un 42% más que en otros periodos de alta ocupación en destinos de costa y un 17% considerando los núcleos urbanos.
Siguiendo esta tendencia, las tarifas medianas más asequibles en destinos de costa como Baleares o Málaga superarán los 200 euros en agosto mientras que entre los destinos de costa más económicos se encuentran la Costa Brava, Canarias y Alicante, con tarifas entre 120 y 165 euros.
Según Miguel Afán, socio de Simon-Kucher y responsable de los sectores de turismo y ocio, “actualmente el consumidor sabe que debe aceptar precios superiores por el contexto inflacionario y está dispuesto a pagar más que en niveles prepandemia. Sin embargo, nuestro panel cuatrimestral de percepción de precios indica que el consumidor percibe que los precios están subiendo hasta un 20% más que la realidad en viajes, lo que limitará el consumo en cuanto el efecto de la demanda acumulada tras COVID desaparezca”.
Miguel Afán estima que se espera “este efecto de demanda embalsada se estabilice a finales de 2022 y que el consumidor reduzca su gasto en viaje y ocio en 2023”.
En cuanto al posicionamiento de los hoteles, tanto upper upscale, como upscale y midscale suben a la par un +17% respecto a periodos anteriores de alta demanda, aprovechando la coyuntura excepcional. La disminución de restricciones contra la COVID están atrayendo el turismo extranjero de vuelta a España y fomentando a su vez el turismo nacional.
2023: inflación y tipos altos de interés
El sector comienza a poner la mirada en un 2023 que estará marcado por un contexto macroeconómico sin precedentes, con una elevada inflación y con tipos de interés altos que indican que la demanda acumulada podría ser un espejismo de esta temporada. Además, la incertidumbre en el flanco este con la invasión de Ucrania, los posibles bloqueos energéticos y escasez de commodities hacen tambalear las previsiones.
Ana Morillo, directora senior de Simon-Kucher, matiza que “los hoteleros deberán apalancarse en la demanda acumulada este verano para hacer frente a la incertidumbre de las siguientes temporadas”.
“Sin duda, la demanda se vera afectada por la estanflación, un reto desconocido al que deberá hacer frente el sector hotelero. Superar esta ola y proteger los márgenes irá más allá de las subidas tácticas de tarifa: requerirá de estrategias comerciales inteligentes como identificar a los clientes menos afectados y asegurar una estrategia de distribución acorde, entre otras palancas”, concluye.