Con la recuperación del turismo en cifras prácticamente prepandémicas, numerosos destinos están aprovechando para establecer nuevos cánones a los visitantes. Así, las denominadas tasas turísticas vuelven con fuerza, especialmente en Europa, donde numerosos destinos modificarán sus reglamentos.
El caso más notable es el de Ámsterdam, donde en 2024 tendrá el impuesto turístico más alto del mundo, incrementando al 12,5% de cargo impositivo sobre el precio de la estancia, e incluso afectando a los pasajeros de cruceros, cuya tasa pasará de los ocho a los 11 euros por persona y día.
En el caso de Islandia, y con el objetivo de reducir su huella de carbono, el ejecutivo pretende introducir a lo largo del ejercicio su tasa turística, aunque todavía se desconoce la cuantía de la misma.
En Inglaterra, será la ciudad de Mánchester la primera en aplicar esta normativa, ya que los visitantes que lleguen hasta la ciudad deberán abonar 1,25 libras (1,45 euros al cambio) por noche.
Además, en Venecia, aunque no se tratará de una tasa para las pernoctaciones, se impondrá un impuesto para aquellas personas que, sin alojarse en el centro de la ciudad, deseen acceder al casco histórico.