La Costa Brava es toda la zona costera de la provincia de Girona. En total, tiene 214 kilómetros de extensión, los cuales discurren entre los municipios de Blanes y Portbou, que ya limita con Francia. Por el camino atraviesa multitud de localidades del Ampurdán.
Sin duda, se trata de uno de los parajes costeros más bonitos de España. Está repleto de pequeñas calas que merece la pena conocer. Especialmente, si se cuenta con un barco que permita llegar hasta ellas desde el mar Mediterráneo. Estas son las mejores.
Las tres mejores
Hay que empezar hablando obligatoriamente de la cala Morisca, que se encuentra en el municipio de Tossa de Mar. Eso sí, a unos cinco kilómetros de su núcleo urbano. Está formada por piedras y arena gruesa y, a pesar de su belleza, cuenta con unos accesos muy complicados.
De hecho, solo hay dos alternativas para tomar el sol aquí o disfrutar de un refrescante chapuzón en sus aguas cristalinas: recorrer un tortuoso sendero a pie, lo cual resulta bastante complicado si se portan toallas, sombrilla y bebidas, o ir en barco, que es mucho más cómodo.
Actualmente, hay disponibles una gran variedad de servicios de alquiler de barco en la Costa Brava que brindan la posibilidad de llegar hasta esta cala. También a la cala d’Aigua Xelida, en Tamariu. Es bastante diferente a la anterior, ya que posee arena muy fina y aguas muy profundas. Está rodeada por un bosque de pinos y encinas y es perfecta para ser visitada en pareja debido a su tranquilidad y discreción.
Otra buena alternativa la ofrece la cala Jugadora, que se sitúa en el término municipal de Cadaqués. En concreto, a siete kilómetros de su núcleo urbano en dirección norte. Además, ofrece la ventaja de estar muy cerca de la cala Fredosa y del Faro del Cap de Creus, que también son lugares muy interesantes para visitar en barco.
La cala Jugadora únicamente tiene 15 metros de longitud. Es muy frecuentada por parejas, senderistas y naturistas. Un lugar en el que prima la libertad y en el que el viajero se puede sentir en plena simbiosis con la naturaleza.
Otras buenas alternativas
Por otro lado, todos aquellos que alquilen un barco en la Costa Brava tienen muchos otros rincones que explorar. Es el caso, por ejemplo, de la cala del Pi, que probablemente es la más famosa de la región. Se sitúa en el camino de ronda de Platja d’Aro. Mención especial también merece la cala Sant Roc de Palafrugell, que está rodeada de acantilados y sigue conservando parte del encanto que le daban las casas de los marineros hace algunas décadas.
Lo que está claro es que si el turista decide alquilar un barco durante su período vacacional en la Costa Brava, conseguirás disfrutar de experiencias inalcanzables de otro modo. Por ejemplo, conociendo desde una perspectiva diferente todas las calas que aquí acabamos de citar. Sin embargo, hay muchas otras que dejamos en el tintero para otra ocasión. O, mejor aún, para que el cliente las conozca por si mismo y le sorprendan.