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La Responsabilidad Social Corporativa, mucho más que reputación de marca

La RSC mejora la imagen de una empresa, pero también puede ser clave para atraer inversores, captar talento o acceder a licitaciones públicas

21/11/2018

8:55 horas

Las iniciativas solidarias de las empresas se articulan en torno a dos ejes principales: la RSC medioambiental y la social.

Las iniciativas solidarias de las empresas se articulan en torno a dos ejes principales: la RSC medioambiental y la social.

Cada vez es más habitual que las empresas dediquen una parte de su presupuesto a desarrollar programas de Responsabilidad Social Corporativa (RSC). Tanto es así, que un estudio de Deloitte y la Fundación Seres, que analiza 79 grandes compañías, revela que la inversión en RSC aumentó un 22% en 2017.

A primera vista, el motivo principal para invertir en RSC parece claro: mejorar la reputación de marca. Sin embargo, algunos directivos de las principales empresas del sector turístico encuentran otros aspectos positivos.

“El mayor beneficio que obtenemos de nuestras acciones de RSC es que, una buena parte de ellas, han surgido como iniciativa de nuestros empleados y las desarrollamos junto con ellos”, explica a AGENTTRAVEL el director de Comunicación, Relaciones Institucionales y Desarrollo de Personas de Iberia, Juan Cierco.

Teresa Laso, la responsable de RSC de Hotelbeds Group, destaca como beneficio más significativo el orgullo de los trabajadores por formar parte de una empresa comprometida, pero también ve la RSC como una “razón más” para que clientes y proveedores trabajen con su compañía, y una buena manera para la “captación y retención del talento”.

El director de RSC de Meliá Hotels International, Tomás Franquet, observa otras ventajas, que también están relacionadas con la comunicación como son “reforzar el vínculo con los colaboradores” o “mantenerse próximo a los grupos de interés al contar con canales de diálogo bidireccionales, ágiles y efectivos”.

“El mayor beneficio que obtenemos de la RSC es que buena parte de las iniciativas han surgido de nuestros empleados”, Juan Cierco

 Otro punto de vista ofrece el Observatorio RSC, una organización sin ánimo de lucro que trabaja en el impulso de la correcta aplicación de la responsabilidad social corporativa. Su director, Orencio Vázquez, considera que las empresas cuentan con otras razones de índole más práctico a la hora de destinar una partida de su presupuesto a obras sociales.

Entre ellas, se encuentran “que los inversores cada vez valoran más los temas reputacionales” y que las “Administraciones Públicas están condicionadas a incluir cláusulas medioambientales en los pliegos de licitación”.

Por su parte, compañías como Air France-KLM o Norwegian Cruise Line esgrimen motivaciones más románticas. Así, el Managing Director Europe de la crucerista, Kevin Bubolz, ve necesario “proteger nuestro medio ambiente y compartir lo que tenemos con quienes lo necesitan para mantener el mundo como un buen lugar para las generaciones futuras”.

Boris Darceaux, director general de la aerolínea para España y Portugal, se muestra más ambicioso y habla de “construir la aviación del futuro” a través de la conciliación “de los resultados económicos, el progreso social y el respeto al medio ambiente”.

Sean cuales sean las motivaciones de las empresas, lo cierto es que la mayoría de las compañías del sector turístico emprenden iniciativas sociales que se articulan en dos grandes ramas: la RSC medioambiental y la social.

La RSC medioambiental

Para reducir el impacto negativo que las actividades del sector turístico tienen sobre su entorno, la mayoría de las compañías emprenden iniciativas que buscan impulsar la sostenibilidad medioambiental.

Avis, por ejemplo, reutiliza “el 85% del agua” que usa en los túneles de lavado y tiene en su flota “los vehículos que cuentan con menores índices de emisión de CO2 del mercado”, explica el director general de la compañía, Francisco Farrás.

En la misma línea, el responsable de RSC, Calidad y Medioambiente de Europcar en España, Israel García, afirma que “más del 83%” de sus turismos “están por debajo del umbral de los 120 gramos de CO2 por kilómetro recorrido” y, además, la compañía renueva su flota “cada seis o siete meses” para emitir menos gases a la atmósfera.

De la misma forma que Avis, Europcar ha reducido su consumo de agua –en un 19%– gracias a “la limpieza en seco y la implantación de sistemas de reciclado de agua en los túneles de lavado”.

En lo que se refiere a las aerolíneas, Boris Darceux presume de que Air France-KLM “ha estado 14 años en el podio de las compañías aéreas líderes del Dow Jones Sutainability Index [un índice que mide la sostenibilidad de las compañías], 12 de ellos ocupando el primer puesto”.

Darceaux enumera algunas de las iniciativas que han ayudado a Air France-KLM a lograr este reconocimiento: “la renovación de la flota, la reducción del peso de lo que se embarca, el eco-pilotaje, un programa de compensación de dióxido de carbono”.

El directivo de Air France puntualiza que su objetivo es “reducir las emisiones de CO2 en un 20%” en 2020. Para ello, la compañía desarrolla “combustibles alternativos sostenibles”, algo que les ha permitido ser la primera línea aérea que ha operado vuelos con biocombustible.

Iberia comparte con Air France-KLM esa preocupación por la sostenibilidad medioambiental. Por eso, según Cierco, renuevan su flota “con aviones cada vez más eficientes como el A350, que emite un 25% menos de CO2 que las aeronaves a las que reemplaza”.

La aerolínea española ha lanzado, además, el proyecto ‘Life+Zero Cabin Waste’ con el que pretende “reciclar el 80% de los residuos que genera en la cabina de los aviones”.

Reducir el impacto

Sin embargo, desde el Observatorio RSC manifiestan que “existe un decalaje entre la asunción de compromisos, que es positiva en diferentes ámbitos, y la gestión de los riesgos y de los impactos que la empresa tiene”, lo que, para Orencio Vázquez, se traduce en que “los temas sustanciales muchas veces se dejan de lado y se hacen acciones aisladas que tienen una apariencia más cosmética que real”.

Kevin Bubolz, de Norwegian Cruise Line, es consciente de esos impactos que tiene su empresa sobre su entorno y reconoce que los “cruceros en general están afectando al medio ambiente”. Por eso, la compañía intenta impulsar “acciones sociales positivas”, pero también “reducir los efectos negativos”.

Europamundo y Hotelbeds compensan sus emisiones de CO2 con proyectos de reforestación de bosques

 Según Bubolz, Norwegian se basa en el programa Eco Smart Cruising, que establece varios objetivos que incluyen, precisamente, la “reducción del impacto de sus operaciones sobre el medio ambiente y la eliminación de materiales y residuos de conformidad con las normas y regulaciones internacionales”.

Una de las medidas que han implementado es equipar sus barcos “con un moderno sistema de tratamiento de aguas residuales y aguas grises” que les permite cumplir con “los estándares de agua potable”.

Otra iniciativa, consiste en el uso de “combustibles con bajo contenido de azufre en áreas ambientalmente sensibles como Alaska y el Mar Báltico, para reducir las emisiones”. Además, como miembro de la Ocean Conservacy Trash Free Seas Alliance, Norwegian Cruise Line “trabaja de forma activa” para “reducir los residuos plásticos del océano”.

En ese sentido, diversas empresas del sector turístico como la propia Norwegian Cruise Line, Meliá, Hurtigruten, Iberia o Air Europa, centran sus políticas de RSC en reducir o eliminar los plásticos de un solo uso.

Compensar las emisiones

En el ámbito de los turoperadores, Europamundo lleva a cabo una intensa labor de RSC. En la rama medioambiental, la compañía se acoge a la iniciativa CeroCO2, que desarrolla Ecología y Desarrollo (Ecodes), y que consiste en reducir en lo posible las emisiones y las restantes compensarlas a través de proyectos en vías de desarrollo.

El director de RSE de Europamundo, Justo Palma, explica que están inmersos “en varios proyectos para conseguir la compensación de emisiones” gracias a los cuales, y a los compromisos que ha adquirido para reducir los gases de efecto invernadero derivados de la actividad, el turoperador ha obtenido el sello que acredita un estatus CeroCO2.

De un lado, el programa ‘CommunitiTree-Refoestación comunitaria en Nicaragua’ que se desarrolla en la cuenca que alimenta el Estuario Real y, de la mano de la ONG Taking Root, agrupa a pequeños agricultores con el fin de reforestar partes de sus tierras en desuso.

Por otra parte, Europamundo viene realizando desde 2015 un proyecto de compensación de emisiones de C02 en Requena, concretamente, en el Corredor Verde Mediterráneo en la Cañada Real de San Juan.

También Hotelbeds cuenta con un certificado que acredita al turoperador como empresa carbono neutro.

“Mensualmente medimos nuestros consumos medioambientales en las oficinas y hemos lanzando un proyecto de compensación de nuestras emisiones de carbono a través de la financiación de un proyecto de reforestación en la amazonia brasileña”, afirma Teresa Laso.

La RSC social

El segundo gran eje de la RSC, el social, abarca infinidad de iniciativas que buscan fomentar la igualdad de género, favorecer a colectivos discriminados o minorías étnicas, proporcionar ayuda a países que han sufrido catástrofes naturales o se encuentran en vías de desarrollo o, en general, apoyar a organizaciones sin ánimo de lucro de diferente tipología.

En este eje se enmarca, por ejemplo, el programa ‘Movidos x tu corazón’ creado por Pullmantur hace dos años y que, según el CEO de la compañía, Richard J. Vogel, ha organizado acciones como la Feria de Abril Solidaria, el Día Solidario de las Empresas, campañas de recogida de alimentos o “mercadillos a favor de la AECC y su lucha contra el cáncer de mama, y Juegaterapia, donando más de 10.000 euros”.

Hotelbeds coincide con Pullmantur en su preocupación por el cáncer de mama y, por eso, emprendió una campaña en la que recaudó más de 10.000 euros entre las donaciones de los empleados y las de la propia empresa.

Además, el turoperador lanzó una iniciativa por la que donaba un euro por cada reserva realizada a través de la web de Bedsonline para luchar contra la explotación laboral infantil, que acabó recaudando 15.000 euros para los niños más necesitados de la India.

Iberia también se encuentra en esta línea de trabajo. Prueba de ello, comenta Juan Cierco, es la organización Envera, creada por empleados de la compañía hace 40 años y “que da formación a 2.500 personas con diversidad funcional y ofrece empleo más de 500 personas con discapacidad”, o la organización humanitaria Mano a Mano, que cuenta con proyectos de acción social por todo el mundo.

Norwegian Cruise Line es otra de las compañías del sector turístico que se interesa por la ayuda humanitaria internacional. Bubolz explica que la crucerista creó “el programa solidario ante huracanes Hope Starts Here para ayudar a reconstruir escuelas” y recientemente han anunciado la apertura del primer colegio que es resultado de la campaña.

A nivel interno, Europamundo cuenta con un extenso catálogo de medidas destinadas a sus propios trabajadores, entre las que destaca su Plan de Igualdad para evitar la discriminación por razón de sexo y los protocolos para prevenir y abordar el acoso laboral.

No es la única empresa que emprende medidas para mejorar las condiciones de sus empleados. Israel García de Europcar afirma que entre sus iniciativas en el plano social está la de “ser un empleador responsable”. Por eso, la compañía se preocupa por la “seguridad y la salud” y se muestran satisfechos de haber sido premiados durante seis años “con el reconocimiento de baja siniestralidad de la Seguridad Social.

Involucrar al trabajador es también una de las principales motivaciones de Avis que, según Francisco Farrás, “lleva iniciativas para promover la salud de sus empleados” y les permite “participar en programas de voluntariado para organizaciones benéficas como el Banco de Alimentos o la asociación ‘Ningún Niño sin Sonrisa’”.

¿Valora el cliente la RSC?

Hasta ahora, hemos visto que la RSC ayuda a cohesionar el equipo, permite retener y captar talento, atrae a los inversores y se exige a la hora de optar a una licitación pública. Un último intangible a analizar es la respuesta que tienen las iniciativas solidarias entre los clientes. Si las conocen y valoran o, incluso, si escogen una marca u otra dependiendo de su reputación.

“La mayoría de los clientes están dispuestos a pagar más por productos y servicios de empresas comprometidas con la sostenibilidad social y ambiental”, manifiesta al respecto Juan Cierco.

Tomás Franquet, de Meliá, va un paso más allá y afirma rotundamente que el cliente “valora no comprar productos de empresas cuyos compromisos no son claros, tangibles y coherentes”.

Para Justo Palma, de Europamundo, el avance de la RSC tiene que ver precisamente con la percepción que tienen los ciudadanos, que cada vez son más exigentes en materia de transparencia, sobre la actividad de una empresa y la “preocupación por el deterioro del medioambiente”.

“El cliente valora no comprar productos de empresas cuyos compromisos no son claros, tangibles y coherentes”, Tomás Franquet

 Aunque la mayor parte de las empresas se muestran de acuerdo en que los clientes conocen y valoran la RSC, Richard J.Vogel, de Pullmantur, confiesa que no cree que una gran parte de sus clientes externos conozca todas las actividades que desarrolla la compañía en este ámbito”. Eso sí, Vogel remarca que no es “la pretensión” de Pullmantur, porque los “clientes internos son plenamente conscientes y lo valoran de forma positiva”.

Otra voz discordante es la de Orencio Vázquez, del Observatorio RSC, que considera que “hay países más maduros, con una tradición ecológica más avanzada, en los que se exige un cierto comportamiento a políticos y empresas”.

De hecho, Vázquez piensa que en España, el consumidor tiene muy difícil seleccionar una empresa en función de la RSC porque depende de la comunicación que le haga llegar la propia compañía y reclama “una información que esté regulada” y mayor transparencia.

“Ya hay una Directiva Europea que obliga a las empresas de más de 500 trabajadores a presentar información sobre cómo gestionan los impactos, que va a ayudar a producir una mayor conciencia y a que el mercado discrimine en función de estos temas”, añade Vázquez.

Mucho por mejorar

La RSC cada vez va a tener más relevancia en los presupuestos de las empresas. Ocupará amplios espacios en las webs corporativas y lugares destacados en las memorias anuales. Sin embargo, es fundamental que se realice de forma adecuada y, para ello, desde el Observatorio RSC proponen algunas medidas que tienen mucho que ver con el papel que desempeñan las Administraciones Públicas en la regulación de la responsabilidad social corporativa.

Para Orencio Vázquez, “las políticas públicas pueden incentivar o desincentivar”, de tal forma que, si una empresa “paga mejor a sus trabajadores” genera menos gastos a la Administración e “ingresa más en concepto de impuestos”.

De la misma manera, si las compañías cumplen con la Ley de Discapacidad o con las políticas de igualdad de género, el Estado puede premiarlas “a través de la contratación pública”.

Vázquez insiste en la necesidad de “unas reglas de juego claras” que eviten vulneraciones de “los derechos fundamentales y desde el punto de vista de la competitividad” y anima a las Administraciones Públicas a que sigan los pasos de la ONU, que “está estudiando un tratado vinculante para empresas en el ámbito de los Derechos Humanos” o el Banco Mundial, “que está condicionando el acceso a la financiación en base a una serie de criterios”, especifica Vázquez.

Estas herramientas de las Administraciones de nuestro país y los organismos internacionales, junto a las buenas prácticas de las empresas y sus empleados, serán clave para la mejora de la RSC, una parte del modelo de negocio que preocupa cada vez más al cliente.

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