La Asociación de Líneas Aéreas (ALA) ha realizado este miércoles una rueda de prensa donde ha hecho balance de la situación del sector aéreo tras la Semana Santa y que revela que durante este periodo los vuelos se han situado entre el 80% y el 85% con respecto a 2019. De cara al verano, ALA espera que la oferta de los vuelos programados se situe cerca de los niveles previos a la COVID-19.
Javier Gándara, presidente de la asociación, ha valorado la temporada de invierno especificando que las comparaciones están realizadas con respecto al mismo periodo de 2019. Durante su intervención, el directivo ha calificado de “bastante razonable” que España sea de los primeros países en recuperar el tráfico aéreo prepandemia para 2023.
El dirigente ha señalado que el transporte de pasajeros, en la temporada de invierno, se ha operado con una recuperación del 82% de los vuelos que se operaron en el mismo periodo equivalente prepandemia, aunque en el mes de diciembre se aprecia la llegada de ómicron.
El porcentaje de recuperación de pasajeros ha sido de un 72% frente al mismo periodo de 2019. El impacto de ómicron ha sido temporal y rápidamente se ha vuelto a una tendencia ascendente, alcanzando el 78% de pasajeros.
Del mismo modo, según las primeras estimaciones, esta Semana Santa entre un 80 y un 85% de los pasajeros que volaron en 2019 lo han vuelto hacer. Aunque el tráfico doméstico continúa liderando la recuperación, el internacional ya está llegando a niveles similares, por lo que la asimetría de un crecimiento frente a otro se está rompiendo.
Actualmente, en cuanto a la oferta de los vuelos programados para operar este verano, cae un 0,4% de los asientos operados en el año previo a la pandemia. Baleares y Canarias tendrán más oferta de vuelos que en verano de 2019, pero otras regiones aún no han llegado a alcanzar los niveles de ese año.
Desde ALA apuntan a que, aunque la incertidumbre sigue siendo grande con gran heterogeneidad entre las regiones, dependerá del factor de ocupación que se llegue o no a alcanzar los datos de 2019.
Los principales desafíos para la época estival
ALA ha señalado que los retos de cara a la próxima temporada de verano pasan por el alto precio del queroseno, que en abril duplicó su nivel de hace un año, lo cual puede lastrar la recuperación en caso de que este hecho se mantenga en el tiempo.
El segundo reto será la homogeneización de requisitos de entrada para terceros países de nuestro entorno, aceptando las pruebas diagnóstico como alterativa a las de vacunación y recuperación.
El Brexit y la apertura del tráfico con países extracomunitarios han dificultado la fluidez de los controles y está alargando los tiempos de espera, lo cual supone otro gran reto. Solo en Barajas, más de 3.000 pasajeros perdieron su vuelo por las colas en el control de pasaportes.
Otro reto es la congestión del espacio aéreo de cara al verano, con especial afección en España debido a la alta dependencia del control aéreo francés.
En cuanto a la guerra en Ucrania, Gándara ha pedido al Gobierno que no deje atrás al sector aéreo, ya que las aerolíneas también están “sufriendo esta crisis derivada del conflicto bélico”.
Así, ha recordado que las compañías también están soportando el alza en los precios del combustible, además de una subida “desbocada” del IPC de hasta el 9,8% en marzo, “su tasa más alta en 37 años”.
Las demandas de ALA al Ejecutivo
ALA ha pedido al Gobierno apoyar la recuperación del sector con diferentes acciones, como la ya mencionada homogeneización de requisitos para pasajeros procedentes de terceros países o no dejar atrás al sector aéreo por las consecuencias derivadas del conflicto en Ucrania, junto a la escalada “desbocada” del IPC.
Además, Gándara ha pedido que se aumente la dotación de Policía Nacional en los aeropuertos con más trafico internacional, para evitar las aglomeraciones experimentadas en verano y Semana Santa.
Por último, el presidente de ALA urge a la UE a implementar el Cielo Único Europeo, así como a garantizar la capacidad y eficiencia en la gestión del tráfico aéreo y reparar el agravio al sector aéreo por ser el único transporte excluido del Plan de Choque de Respuesta a la guerra de Ucrania, asumiendo el Estado la totalidad de los costes sanitarios COVID incurridos por AENA.
