Durante este verano, Europa está sufriendo una de las olas de calor más importantes de los últimos años. Con temperaturas por encima de los 45 grados en la mayoría de los países del sur del continente, muchos gobiernos están decretando la ampliación de horarios de monumentos y lugares de interés turístico para que los visitantes logren esquivar las horas centrales de calor.
Ya lo avisaba el secretario general de las Naciones Unidas, António Guterres, el pasado mes de julio: “La era del calentamiento global ha terminado. Ha llegado la era de la ebullición global”. Este aviso es especialmente relevante para el turismo, ya que supone uno de los retos más importantes a afrontar por uno de los sectores principales de la economía internacional para los próximos años.
Un estudio publicado por Plos One en 2019 predijo que para el año 2050, el clima de ciudades como Madrid se asemejará al de Marrakech, Londres tendrá temperaturas más cercanas a las actuales de Barcelona, y Estocolmo experimentará condiciones similares a las de Budapest.
Esta previsión tendría un impacto muy importante en la industria del turismo en Europa, que el año pasado aportó 1,9 billones de euros a la economía de la región. Los países del sur de Europa, altamente dependientes del turismo, serían los más afectados. Por ejemplo, en 2021, el turismo contribuyó con el 14,9% al PIB de Grecia, mientras que para Italia y España las cifras fueron de 9,1% y 8,5%, respectivamente.
“Las olas de calor pueden reducir el atractivo del sur de Europa como destino turístico a largo plazo, lo que tendría consecuencias económicas negativas dada la importancia del sector en España”, asegura la agencia crediticia Moody's, que pone el foco en nuestro país al indicar que “el aumento esperado de los fenómenos climáticos extremos en los próximos años tendrá efectos negativos, incluyendo el menor atractivo de los países mediterráneos, como España”.
Según el Daily Mail, los turistas británicos, el principal mercado emisor para nuestro país, están empezando a cambiar España por destinos más septentrionales, en un intento de huir de las continuas olas de calor y de los frecuentes incendios.
Este medio británico cita un informe de la web de viajes Expedia, que ha detectado un incremento notable de reservas de británicos en países como Dinamarca, Suecia, Noruega, Finlandia, Letonia y los Países Bajos.
Así, las búsquedas de hoteles en Copenhague, capital danesa, han experimentado un aumento del 34% en comparación con agosto del año pasado, según los datos de Expedia.com. Oslo también experimentó un aumento del 45%, mientras que Estocolmo también está siendo cada vez más popular, con un aumento de las búsquedas de hoteles en agosto del 29%.
Por otra parte, la ciudad letona de Riga, donde las temperaturas alcanzaron los 27 grados este verano, muy por debajo de las temperaturas que rondan los 40 grados experimentados en España, ha experimentado un aumento del 47%.
Incluso son muchos los británicos que han decidido quedarse en su país para disfrutar de sus vacaciones. Así se ha detectado un aumento en el interés por las vacaciones de verano en las Tierras Altas de Escocia (41%) y la Isla de Man (38%).
El motor de búsqueda de vuelos Kayak también está constatando una tendencia similar, con Ámsterdam convirtiéndose en el destino más buscado para vacaciones en agosto y septiembre de este año. Otros destinos entre sus diez primeros puestos incluyen Dublín, Belfast y Estocolmo.
Viajar a lugares más frescos
Ante esta situación de calor asfixiante, muchos turistas ya están cancelando viajes a Europa y se están desplazando a zonas del planeta con un clima más benevolente. Con ello, países como España, Portugal, Italia, o Francia podrían ver amenazado su liderazgo turístico ya que los viajeros eligen moverse hacia otras zonas del centro y el norte del continente durante los meses más calurosos del año.
Así lo augura un reciente informe del Centro Común de Investigación europeo, que cree, no obstante, que, en compensación, el sur recibirá más visitantes durante la primavera y otras estaciones menos cálidas.
En ese escenario, los destinos costeros del norte de Europa crecerían en popularidad en torno a un 5% durante los meses de verano y principios de otoño.
El Centro Europeo de Previsiones Meteorológicas a Medio Plazo (CEPPM) advierte de que si siguen aumentando la media de las temperaturas en toda Europa, muchos monumentos tendrán incluso que cerrarse por temporadas. De hecho, con temperaturas superiores a 40 grados centígrados, los turistas tendrán que evitar ciertas zonas y reducir sus actividades por el día, buscando sombras o sitios más climatizados para combatir las altas temperaturas.
Esta situación podría llevar a que regiones costeras del sur de Europa, entre las que se encontraría España, vieran reducidas el número de turistas en casi un 10% en la temporada de verano si la temperatura subiera tres o cuatro grados centígrados, según datos de un informe elaborado por el Centro Común de Investigación europeo, el primer estudio que ha realizado una evaluación regional para explorar la influencia del clima en la demanda turística europea.
Aunque de momento las principales empresas turísticas como hoteles, agencias de viajes y aerolíneas no han detectado un descenso destacado del número de turistas hacia los destinos más calurosos del continente, lo cierto es que todo indica que se tendrán que ir preparando para un posible cambio de tendencia en Europa.
De hecho, según la Comisión Europea de Viajes, el número de viajeros que tenían previsto pasar sus vacaciones en Grecia, España o Portugal entre junio y noviembre de este año ha caído un 4%.
Posibles soluciones
El aumento de las temperaturas medias y los fenómenos de las olas de calor pueden conducir a que los destinos hasta ahora más populares en verano deban adaptar sus ofertas y promociones para atraer visitantes en épocas más templadas del año.
Acortar las vacaciones de verano y distribuirlas a lo largo de todo el año favoreciendo la desestacionalización del turismo podría ser una forma de abordar esta situación.
Esta solución ya es viable en otros países europeos, donde las semanas de vacaciones escolares en verano se han visto reducidas para tener mayor disponibilidad durante otros meses del año. En el caso de España, parece que esto sería difícil de conseguir ya que cambiar la temporada de verano requiere una reestructuración significativa, que afecta a muchos sectores económicos y sociales, no solo el turístico.
Algunos empresarios turísticos han llegado incluso a pedir el retraso del inicio del periodo escolar para impulsar las reservas y alargar la temporada veraniega. Un posible retraso del inicio de curso a mediados de septiembre permitiría impulsar las reservas más tardías al tiempo que se protegería a los menores de las altas temperaturas que en muchas ocasiones sufren en los centros escolares.