Antes de la pandemia, ciertas comunidades autónomas vivieron puntualmente episodios en los que ciertos ciudadanos protestaban por la intensa actividad turística. Estas acciones, a las que se puso la etiqueta de turismofobia, han cesado por completo con la llegada de la COVID-19, tal y como confirman voces conocidas del sector turístico de Cataluña y Baleares.
Octavi Bono, director general de Turismo de Cataluña, afirma a AGENTTRAVEL que “la llamada turismofobia, como fenómeno, no era afortunadamente muy generalizado y se circunscribía a algunos puntos muy concretos”. En cualquier caso, considera que la llegada de la pandemia “ha hecho más visible el peso del sector turístico en nuestra economía, su importancia y su valor” y, en definitiva, ha contribuido a que “la percepción del turismo mejore”.
Coincide con Bono el presidente de la Agrupación Empresarial de Agencias de Viajes (Aviba), Xisco Mulet, quien confirma que no ha tenido constancia “de ningún movimiento relacionado con la turismofobia”. “Lo prioritario ahora es que bajen los contagios y salvar la economía de alguna manera”.
Aunque el movimiento haya desaparecido en los últimos meses, la experta en sostenibilidad de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC), Silvia Grüning, aboga por tratar de comprender cuáles son los problemas que se esconden tras la etiqueta turismofobia y analizar “si se puede llegar a soluciones más sostenibles”.
“En 1975, George Doxey creó un índice que establecía grados de irritabilidad con respecto al turismo”, explica. La clasificación contenía cinco etapas: euforia, apatía, molestia, antagonismo o enfado, y rendición. “La turismofobia entraría en la cuarta etapa”, añade Grüning, mientras que la última se caracteriza por la transformación del destino y la desaparición de la comunidad local.
“¿Qué ha pasado?”, se pregunta Grüning. La experta considera que la turismofobia ha surgido porque “se ha partido de la base de que todo es ilimitado” y se ha apostado por “más consumo, más turismo y más cantidad”. “Lo único que parece que cuentan son los récords”, explica, en referencia al número de turistas que visitan nuestro país anualmente.
El debate sobre la necesidad de abordar una actividad turística más sostenible, que respete a los destinos y sus ciudadanos, se ha reavivado en los últimos meses. Bono destaca que la situación “invita a revisar muchos aspectos de nuestra sociedad, no solo el turismo”.
La sostenibilidad es uno de ellos, según el directivo, aunque cree que tendremos que esperar “a que los cambios que hoy intuimos terminen consolidándose y adquieran un valor estructural, más que de reacción directa y coyuntural a la pandemia”.
El directivo señala que el organismo catalán ya interpretaba “la sostenibilidad y la innovación como dos de los grandes retos sobre los que actuar” en su plan estratégico y de marketing. De un modo más concreto, la ACT incorporará una gestión “más inteligente” de los flujos de los destinos, la reinterpretación del espacio público, la renaturalización de los entornos urbanos o la movilidad.
En el ámbito de las cruceristas, la Asociación Internacional de Líneas de Cruceros (CLIA) se muestra “comprometida en impulsar un turismo sostenible, respetuoso, organizado y de calidad, que genere retorno económico a las zonas en las que se desarrolla”.
CLIA, en línea con el objetivo de la Organización Marítima Internacional (OMI), que propuso reducir las emisiones de carbono del transporte marítimo en un 50% para 2050, asegura que ha invertido más de 19.000 millones de euros en nuevas tecnologías y combustibles más limpios “para lograr una mayor eficiencia”.
Fomentar el consumo local y las estancias largas
El presidente de Aviba no solo percibe mejoras a nivel de sostenibilidad en ámbitos como la movilidad, donde sostiene que Baleares ha avanzado en cuanto a número de frecuencias y conexiones para evitar el exceso de automóviles que experimenta el archipiélago.
Adicionalmente, Mulet ha observado un mayor interés de sus clientes en productos y destinos que sean respetuosos con el medioambiente. La tendencia, explica, se aprecia con mayor intensidad en el cliente más joven y de larga distancia, aunque afecta a todos los segmentos de edad.
En la misma línea, Grüning considera que la sostenibilidad es un concepto transversal y atañe tanto a los operadores como a los turistas. Para la experta de la UOC las soluciones sostenibles en el ámbito turístico pasan por “utilizar la imaginación para lanzar programas que alienten estancias más largas y mejoren los impactos en las comunidades locales”, así como fomentar el “consumo de proximidad y revalorizar el kilómetro 0”.
“Si el turismo fomenta el consumo local y se suministra con los agricultores de alrededor, promueve la sostenibilidad; si haces vivir al artesano, al hortelano y al pescador, estás manteniendo el conjunto del tejido y esto beneficia a todos”, concluye.